He superado el BI
Acabó
finalmente
felizmente.
Los recuerdos del dolor y el sufrimiento, de la agonía y la desesperación, de las heridas abiertas y de las noches en el Infierno se desvanecen poco a poco, y parece que fue un sueño.
Pero no es un sueño. Aquellos horribles días realmente ocurrieron y no deben caer en el olvido.
Ahora que lo he superado siento que me he convertido... en un monstruo.
En el BI he pasado los mejores momentos y los peores momentos de mi bida.
¿Mereció la pena?
Claro que sí, por los amigos. Por los profesores.Por la teoría del conocimiento, por el laboratorio de química y por el CAS.
Por todo. Por la gente.
Descendí al averno y morí mil veces en los días negros, me abandoné a la desesperación, y hubo gente que siguió creyendo en mí.
Ahora que lo hemos superado, somos dioses extraños. Nos sometieron a la locura y con locura sobrebibimos al horror. Ahora, ya nada podrá detenernos.
Decían que formaban élites; pero han formado monstruos de razón, de lenguaje y sentimientos.
No hay mañana para los cobardes ni para los que abandonaron, no para aquellos que escogieron el camino fácil.
Nosotros los sin miedo, nosotros, los que no morimos, arderemos en el altar de los inocentes, en el ara de la desesperación incandescente.
No hay premio ni paraíso más allá de la visión que nos ha sido entregada. No hay dichas escondidas, pero sí determinación demente en nuestras pupilas.
Ahora todo ha terminado y se podría pensar que dejamos atados nuestros miedos en el crepúsculo del silencio, pero no es así. Nada ha terminado, el BI nunca termina, no puede. Es como Sísifo, libre. ¿Cabría esperar de él que se comportase como los demás hombres si un día la rueda fortuna decidiese devolverlo al seno de la sociedad "civilizada"?
Nosotros, que aprendimos de los mejores, de Rosa María, de Choni, de Sotero, de Carmen Rábade, de Juanma, de Jose Manuel, de Lorena, de Coral; nosotros que tuvimos el privilegio de poder beber del manantial de su conocimiento, ahora somos púlsars en la noche que ha dejado su partida.
Pero no se han ido. Porque de ellos no solo adquirimos conocimiento, sino que nos ayudaron a forjar, con el calor preciso y el martillo experto el torpe metal de nuestra alma.
Lo que ahora somos y lo que seremos, nunca, nunca podremos agradecérselo lo suficiente.
Sé que algunos dirán que exagero, que no fue para tanto. Pues yo digo, víctimas de la LOGSE, arrastráos en vuestro fango de autocomplacencia y disfrutad revolcándoos en vuestra basura, porque, algún día, tal vez decidáis alzar la mirada y, si la luz del sol no calcina vuestras atrofiadas pupilas, tal vez nos veáis a nosotros, los que volvimos a nacer, caminando hacia el horizonte.